A pesar de la creencia común de que los perros carecen de memoria, investigaciones recientes desafían este mito y demuestran que los caninos poseen una retentiva notable tanto a corto como a largo plazo.

Estas capacidades de retención y asociación tienen un impacto significativo en su comportamiento y adaptación al entorno, y proporcionan una comprensión más profunda de la cognición canina.

La idea de que los perros no tienen memoria ha sido desmentida por aquellos que han convivido con ellos.

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¡Por supuesto que los perros poseen memoria!

Efectivamente, los perros poseen memoria, lo cual es evidente en su capacidad para reconocer a los miembros de su familia y en su capacidad para aprender y retener información a lo largo del tiempo.

Si los perros no tuvieran memoria, sería imposible educarlos y su comportamiento sería errático y confuso.

Sin embargo, el desafío al educar a los perros no radica tanto en su capacidad de retención, sino en su capacidad de asociación.

Si existe una brecha de tiempo entre su comportamiento y nuestra reacción, el perro no logrará entender la relación de causa y efecto entre su conducta y las consecuencias.

Por lo tanto, si un perro muerde la pata de una silla cuando una persona se ha ido a trabajar y recibe una reprimenda tres horas después, incluso si se le lleva frente a la silla, el perro no relacionará lo que hizo horas atrás con la reprimenda recibida.

La memoria es una parte fundamental de la naturaleza del perro, ya que les permite recordar experiencias pasadas y adaptarse mejor a su entorno.

Sin los recuerdos, un animal, especialmente en un entorno complejo y cambiante, olvidaría dónde encontrar agua, comida, refugio y peligros potenciales.

Los recuerdos de experiencias pasadas también pueden cambiar el comportamiento de un perro.

Como en el caso de un perro sociable que se vuelve inseguro después de ser agredido repetidamente por otros perros.

Medir la capacidad de memoria de los perros no es una tarea sencilla, pero se sabe que tienen dos tipos de memoria:

La memoria de trabajo o memoria a corto plazo, y la memoria a largo plazo.

La memoria de trabajo retiene pequeñas cantidades de información durante un breve periodo de tiempo, generalmente segundos, y la utiliza para llevar a cabo tareas específicas en un momento dado.

Se han realizado diversos experimentos para estudiar este tipo de memoria.

Por ejemplo, en un estudio sobre memoria espacial, se descubrió que los perros pueden recordar el lugar exacto donde han visto desaparecer un objeto de interés, como un juguete, durante al menos 4 minutos, incluso si lo pierden de vista temporalmente.

Experimentos similares con comida demostraron que los perros pueden recordar dónde ha desaparecido algo muy interesante durante 30 minutos.

Incluso pueden recordar la ubicación de diferentes objetos de valor en una habitación y visitar primero el lugar donde se escondió la comida.

Sin embargo, cuando se trata de recordar el aspecto de un objeto en lugar de su ubicación, los perros parecen tener menos retentiva, a veces incluso menos de 10 segundos.

La memoria a largo plazo guarda recuerdos duraderos de eventos significativos.

Se divide en memoria no declarativa o implícita, que incluye la huella de hábitos, habilidades y emociones, y la retentiva declarativa o explícita, que permite recordar hechos y proporciona una representación consciente del mundo.

Si bien es difícil estudiar la memoria declarativa en los perros, una investigación reciente demostró su existencia.

En este estudio, un grupo de perros entrenados para imitar acciones humanas pudo repetir una acción hasta 24 horas después de haber sido demostrada.

La capacidad de retener la representación mental de una acción y recuperarla bajo comando después de un intervalo de tiempo sugiere que los perros tienen una retentiva declarativa a largo plazo.

Desafiando así aún más el mito de que carecen de memoria.

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